Hacia la experiencia de dolor psíquico dejan de sufrir el placer
Betty Joseph inicia este artículos sobre la experiencia de dolor psíquico, con una cita de Bion que retrata un tipo de personas que experimentan una relación particular con el dolor.
“Existen personas que toleran tan poco el dolor y la frustración (o para las cuales el dolor y la frustración son tan intolerables) que sienten el dolor pero no desean sufrirlo y por eso no puede decirse que lo descubren (…) El paciente que no quiere sufrir dolor, deja de ‘sufrir’ el placer” (Bion, 1970, pp. 15-16)
Joseph señala que describirá un tipo de movimiento y un tipo de dolor que cree que se experimenta en períodos de transición entre el sentir dolor y sufrirlo, una situación límite.
Se propone a lo largo del texto explorar y desmenuzar la naturaleza de ese “dolor”. Este dolor es descrito por los pacientes como indefinible, no comprenden la cualidad o naturaleza de éste y no pueden comunicar esta experiencia al analista. Lo asocian con un dolor físico a veces, y otras, como sensación de pérdida (pero no es lo que llamaríamos depresión). Puede también contener sentimientos de ansiedad pero no se entiende como una sensación de ansiedad. Joseph cree que este tipo de “dolor” aparece en momentos de un cambio importante en el equilibrio que mantiene la personalidad, un cambio y una alteración en el estado mental que puede:
· Ser el factor determinante que lleva al paciente al análisis.
· Puede ser parte del proceso analítico (y si puede resolverse, puede ser muy positivo en cuanto al progreso y la integración)
Los pacientes con frecuencia sienten este “dolor” como algo casi físico, |localizándolo en la parte baja del pecho, aunque saben perfectamente que no están describiendo una condición física.
Se experimenta como algo que está en el límite entre lo mental y lo físico (fenómenos fronterizos).
La autora refiere luego que este “dolor” está asociado con una pérdida de un estado particular de la mente y de un equilibrio psicológico.
Recuerda que este dolor no es sólo ansiedad ni sólo depresión, está ligado a una consciencia mayor del self y de la realidad de las otras personas, vinculado a una sensación de separación, aunque remarca que no es solo de eso de lo que está hablando, hay más cualidades implicadas que explorar.
Joseph piensa que puede aparecer en pacientes con áreas importantes de ansiedades psicóticas, a pesar de que en muchos aspectos lleven una vida aparentemente satisfactoria, con defensas que funcionan relativamente bien.
Personas que han alcanzado hasta cierto punto paz y libertad con respecto al conflicto a través de estilos particulares de relaciones objetales que los protegen de experiencias emocionales verdaderas (lo que Klein reúne bajo Identificación Proyectiva). El dolor aparece cuando el tipo de ligadura patológica se rompe, experimentando algo nuevo y desconocido que ellos llaman “dolor”.
En las primeras etapas del análisis de estos pacientes, aparecen la ansiedad y sentimientos persecutorios cuando se amenazan las defensas. A medida que se progresa en el análisis la experiencia cambia de ansiedad hasta el “dolor”.
Fuera del análisis, puede aparecer este “dolor” como resultado de la alteración de un tipo de relación de objeto, lo que perturba el equilibrio alcanzado previamente y puede sentirse mucho más traumático y violento.
Joseph luego señala que los pacientes que experimentan este tipo de “dolor” suelen emplear una variedad de métodos para mantener el equilibrio, pero todas estas técnicas tienen en común la utilización de sus objetos más importantes para que contengan aspectos de su self:
· Algunas veces esta utilización del objeto se alcanza casi por completo como en el caso de los perversos (utilizan el fetiche para evitar la ansiedad que les produce relacionarse).
· También puede lograrse de una manera poderosa pero más limitada, cuando se proyectan aspectos importantes del self en otras personas y no se viven como si formaran parte del propio self.
· Algunas veces el proceso se hace más evidente a los ojos del analista porque el paciente ha construido un sistema delirante que abarca áreas específicas de su vida (paciente puede proyectar aspectos de su self en su analista que hace que lo perciba muy similar en el estilo de vida o personalidad. Las propias dificultades se adscriben al analista con muy poco o casi ningún <em>insight</em>. Esto significa que no hay una verdadera relación porque no hay diferenciación (Al inicio estos pacientes no sienten las separaciones en el proceso o vacaciones porque mantienen relación eufórica con analista introyectado como presencia física real).
Este tipo de Identificación es muy concreta, señala Joseph, por lo que la salida de este estado mental también se experimenta de forma muy concreta. Los pacientes utilizan palabras para designar este cambio o movimiento como: “Emergiendo”, “Arrancado”, o lo sienten como verdaderas “cicatrices quirúrgicas”, como expresan en la sesión a través de sueños o asociaciones.
Joseph se interesa en la asociación de estas descripciones y la idea misma del nacimiento. Luego pasa a comentar algunas características de la aparición del “dolor” como parte del movimiento del análisis. Refiere que el paciente ha vivido en una especie de mundo delirante y empieza poco a poco a tomar más contacto con aspectos más realistas de su mundo y de la relación con el analista. Estos pacientes tienden a asumir una especie de cercanía, relación muy especial con su analista, pero a un nivel más profundo da la impresión de que implica una proyección fantaseada del propio self en el cuerpo o mente del analista. En eso consiste la cercanía, no en relacionarse y contactar.
Generalmente los pacientes no son conscientes de esto y creen mantener una relación positiva con el analista.
El cambio o movimiento:
Es el emerger lentamente de este estado lo que lleva a sufrir este dolor extremo, incomprensible, una gran preocupación que el paciente intenta acallar con drogas o alcohol pensando que no hay manera de enfrentarlo. La reacción original suele ser la pérdida profunda de un estado de excitación o incluso de dicha y por lo tanto un empobrecimiento, pero ello, a la larga, permite mayor riqueza interna y mayor registro emocional. Es decir, como señala Bion “permite sufrir dolor pero también sufrir placer”.
La autora relata dos casos de pacientes mujeres y luego el de un hombre para representar el tema:
A: Joven universitaria con pareja bastante mayor. Rompimiento de relación amorosa la lleva al análisis.
B: Joven escritora con un hijo adolescente que tiene con analista y otras figuras cercanas relación irreal y delirante en la que los otros eran unidades muy cercanas, idealizadas y muy similares los unos a los otros.
C: Paciente que ha vivido aislado y atrapado en fantasías fetichistas.
Más adelante recalca que estos pacientes no son psicóticos realmente.
Han avanzado en su desarrollo pero nunca han sido capaces de asirse y elaborar etapas básicas, sino que se han replegado inmediatamente a su mundo irreal y delirante ante las dificultades y las ansiedades.
A medida que emergen de una manera más total en el tratamiento, progresan a través de una serie de etapas y surgen otros problemas. Todo ello debe reconstruirse en el tratamiento a medida que avanza.
El avance está asociado al desconocimiento del “dolor” que es indefinible. No se experimenta dolor como sentimiento de culpa con relación a los impulsos, como consideración a los objetos o como la pérdida del objeto: no tiene tanta claridad. En esta etapa no se ha logrado la diferenciación suficiente para alcanzar y elaborar la posición depresiva.
Sin embargo, la naturaleza de este “dolor” está más conectada con la vida, con el mundo vivo. Joseph cree que estas pacientes son las que suelen presentar psicosis postparto y que nunca han elaborado adecuadamente su propio problema de nacimiento (estar fuera, haber nacido).
Es solo cuando el paciente tiene mayor fortaleza yoica e integración, cuando puede sentir el este deseo e interés activo con respecto a lo que ocurre interna y externamente. Es allí cuando se experimenta el dolor psíquico como tal y siempre que el paciente NO se retraiga de este dolor, aumentará su capacidad para sufrirlo.
Dolores de crecimiento
Vuelve a citar a Bion que señala que “en algunos casos, la experiencia analítica debe aumentar la capacidad del paciente para sufrir aún cuando el analista y el paciente puedan desear disminuir el dolor mismo” Hacia el final del artículo, Joseph señala: – tengo la sensación de que este tipo de “dolor” tiene una cualidad de incomprensibilidad para el paciente y para el analista. Parece un dolor relacionado con la gente y con la vida, y si podemos ayudar a nuestros pacientes a superarlo, tendrán la posibilidad de desarrollar un sentido de responsabilidad sobre sí mismos, sus relaciones, su comprensión y sus impulsos, y obtendremos un cambio verdadero hacia la posición depresiva y la consideración por los demás. No obstante, solo estaremos a mitad de camino hacia la posición depresiva.
Recomendaciones Técnicas:
No se puede interpretar el contenido prematuramente porque el paciente puede endurecerse de nuevo.
No podemos ayudar al paciente a salir de sus antiguos modelos.
Solo podemos seguir minuto a minuto, los movimientos de aparición y retraimiento, vivencia y evitación, que ocurren dentro de la transferencia.
El “conocimiento” de lo que ocurre no le sirve de nada al paciente. Recoge dos consejos de Bion útiles para el trabajo con estos pacientes: “Hay que ser capaces de esperar sin saber” Importancia de distinguir claramente en nuestro trabajo, entre “posesión de un conocimiento” y “devenir” entre K y O.
A modo de conclusión:
Sugiere que este tipo de “dolor” psíquico que pertenece al surgimiento desde estados esquizoides de la mente, en los que la Identificación Proyectiva se usa con mucha intensidad. Un “dolor” que propone como un fenómeno fronterizo entre lo mental y lo físico, entre el estar encerrado y emerger, entre ansiedades sentidas como fragmentación y persecución, y el comienzo del dolor, la integración y consideración